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Charles Darwin: El impacto de una teoría cuyo desafío continúa vigente.

El 12 de febrero del presente año se cumplieron doscientos años del nacimiento de Charles Darwin. El pensamiento de este infatigable científico, que tanta polémica suscitó en el siglo XIX, sigue resonando en el mundo entero. Su nombre se identifica con la teoría de la evolución, con la selección natural, con la lucha por la sobrevida del más fuerte, con la supremacía sexual de los individuos para continuar la especie. Hay quienes extienden sus ideas del mundo natural a la sociedad y su funcionamiento económico. Sus principios sobre la Selección Natural aplicados al plano social podrían ser hoy en día la justificación irrevocable del capitalismo galopante en medio de la globalización, de un crudo ‘Social Darwinism’ que excluye a los miembros más vulnerables de la sociedad en pro de la competencia y de la ganancia. Quienes han intentado reducir su teoría a ese nivel no han tenido en cuenta que Darwin dejó siempre en claro que la transferencia del plano natural al social y humano no era factible, pues no considera el elemento pensante, emocional, solidario de la raza humana.

Hijo de un exitoso galeno, Robert Darwin, y de Susannah Wedgwood, miembro de una afamada familia ligada a la industria de loza en Inglaterra, el joven Darwin intentó estudios de medicina en la universidad de Edinburgo, pero debido a su extrema sensibilidad no pudo resistir ser testigo de operaciones llevadas a cabo - en aquellos tiempos - sin anestesia. Ingresó a Christ’s College, Cambridge, a estudiar teología. Allí forjó amistad con John Stevens Henslow, catedrático en botánica y mineralogía, quien lo introdujo a la obra del geólogo Charles Lyell (1797-1875), titulada ‘Principios de Geología’, libro que llevó consigo cuando se embarcó en el Beagle, a la edad de 22 anios. Lyell argumentaba que la tierra debía su formación a fuerzas naturales como volcanes, hielo, agua y movimientos terráqueos, que habían actuado por millones de años y seguían actuando sobre el planeta. El recorrido en el Beagle le permitió observar las grandes masas estructurales en Patagonia y Los Andes que a sus ojos se presentaban como ejemplos concretos de lo que Lyell planteaba en su obra. Pero Darwin, además de observar objetos inanimados y su transformación a través del tiempo, se preocupaba también de observar animales, plantas, y seres humanos que habitaban lo que en Europa se conoce como el nuevo continente. De su viaje exploratorio resultó su libro ‘The Voyage of the Beagle’ (El viaje del Beagle), una gran bitácora en la que deja grabadas las impresiones de un joven que se maravilla ante la variedad creativa de la naturaleza tanto en los seres vivos como en los objetos inanimados. Fue América del sur el vínculo de lo material a lo teórico, que le permitió comenzar a gestar sus ideas. Por eso se dice que ese libro contiene los gérmenes de lo que será su Teoría de la Evolución. De hecho, la primera frase de Darwin en su introducción a la obra máxima que contiene la formulación de su teoría titulado ‘The Origin of the Species´ (El origen de las especies), es un reconocimiento del bagaje de conocimiento y experiencia que recogió en su circunnavegación en el Beagle. Dice: “Cuando estaba a bordo del HMS Beagle, en mi capacidad de naturalista, algunos hechos relacionados con la distribución de la población de América del Sur como también con aquellos elementos geológicos que ligan presente y pasado de los habitantes de aquel continente, me impresionaron sobremanera (2.p.4)

En América del Sur fue donde presenció Darwin que las formas, colores, comportamiento de la flora y fauna tenían un grado de dependencia con el hábitat, y que en esto la condición humana no era una excepción. Al respecto es interesante notar sus observaciones de los habitantes de Tierra del Fuego, al extremo sur de Chile, quienes vivían en un estado primitivo, a merced de los elementos climáticos, en una zona cuya topografía no ofrecía las condiciones de progreso material o intelectual ni tampoco las de un desarrollo social; un medio ambiente muy contrastante con las que encontró más tarde en aquel viaje del Beagle cuando visitó Tahití. Darwin comenta que el tipo de canoa que utilizaban los fueguinos no había evolucionado en los doscientos cincuenta años transcurridos desde que Francis Drake había visitado el lugar (1, p.206). Nota también el poder mímico de los fueguinos, su capacidad de repetir en perfecto inglés frases completas y también de retenerlas en su memoria por un lapso de tiempo (1, p.196); la desenvoltura con que se lanzan a bailar el vals y su aceptación natural de dicha música. Darwin observa también cuán aguda es la visión que poseen. A bordo del Beagle van de regreso tres fueguinos (el capitán del Beagle, Fitz Roy, en un viaje previo los había embarcado con él a Inglaterra donde habían sido iniciados, junto con otros dos fueguinos, en el Cristianismo. Sólo tres de ellos regresan ya que uno muere en Inglaterra afectado por la viruela) cuya visión, de acuerdo a Darwin, sobrepasa los telescopios de la época. Es interesante citar la anécdota que narra Darwin al respecto de dos de ellos, York y Jemmy, nombres que el capitán les había asignado: “Su visión era marcadamente aguda: es bien sabido que los marineros, por una cuestión de práctica, pueden apreciar con su vista un objeto distante en mucho mejor forma que un hombre acostumbrado a vivir en tierra; pero York y Jemmy eran muy superiores al respecto, mejores que cualquiera de los marineros a bordo: varias veces identificaron objetos a distancia en altamar, y, aun cuando todo el mundo dudaba de ello se comprobó en cada ocasión a través del telescopio que no se equivocaban. Eran muy conscientes de este poder que ellos tenían; y Jemmy, cuando se producía alguna desavenencia con el oficial de guardia, decía: ‘Yo, cuando ver barco, yo no decir nada’ (1, p198). Darwin observa asombrado, las facultades sensoriales de los fueguinos y ya entonces concluye que son ellas “el resultado de una práctica muy intensiva de la percepción sensorial, común a los hombres que se encuentran en un estado primitivo de desarrollo, si se les compara con aquellos que han vivido en un estado de civilización” (1, p.196). Darwin es cuidadoso en el uso del lenguaje, trata de no juzgar como bueno o malo el estado en que se encuentra un grupo humano determinado. Nótese que el término ‘primitivo’, sólo lo utiliza en relación a lo que se concibe en ese instante como ‘civilizado’, porque está siempre pensando que la realidad exterior es un continuum. Este es un rasgo de su estilo que se puede apreciar en sus escritos posteriores en los que se entrevé una lucha constante por alcanzar la precisión de las palabras, el ajuste entre el razonamiento y la expresión verbal/escrita de éste. En el segundo capítulo de ‘The Origins of the Species’, dedica varias páginas a explicar lo que él define como ‘especie’ y ‘variación’, pues es consciente que la comunidad científica de la época no ha llegado a una definición universal de estos dos términos (2.p38-45).

Fue cuando zarpó de Tierra del Fuego por la costa oeste de América del Sur, llegando a las Islas Galápagos, que Darwin comenzó a dar forma a su teoría. Allí pudo comparar la flora y fauna en cada una de las islas, y cuán diferentes eran éstas de lo que había visto en la parte continental de América. observando que dichas características se ajustaban al medio ambiente en que se encontraban. Recogió muestras de plantas, animales y fósiles, pero más de veinte años transcurrieron entre la publicación de ‘The Voyage of the Beagle’ y ‘The Origins of Species’, veinte años en los cuales continuó su investigación. En el record de su viaje a América del Sur hay amplia evidencia de su poder de observación, de ser un hombre práctico, activo en la exploración del terreno como también de toda criatura viviente y de todo grupo humano, además de ser extremadamente riguroso en la investigación, característica que mantuvo por el resto de sus días. Necesitaba observar, coleccionar, examinar, comparar, intercambiar ideas con otros científicos de su época, para dar fuerza a su razonamiento teórico antes de presentarlo a la comunidad científica. Este pudo ser uno de los factores, junto con otras presiones de tipo familiar y social de la época, que explican que hayan transcurrido más de veinte años entre la publicación de ‘The Voyage of the Beagle’ y ‘The Origin of Species’. En ese transcurso de tiempo mantuvo una activa correspondencia con científicos británicos y extranjeros para intercambiar ideas acerca de la investigación que realizaba antes de formular su teoría. También llevó a cabo su propia y exhaustiva investigación en organismos vivos. El Museo de Zoología de la Universidad de Cambridge conserva el catálogo que cuidadosamente creó para el estudio de los percebes (un tipo de crustáceos) donado por su hijo Francis a dicha institución en 1897. Fue ante la posibilidad de que otro científico, Alfred Russel Wallace, enunciara la teoría que Darwin había ya concebido con el nombre de ‘Selección Natural’, lo que le impulsó a publicar su obra máxima. Darwin lo admite con suma honestidad, rindiendo al mismo tiempo un reconocimiento a Wallace cuando en la introducción a ‘The Origins of the Species’ dice: ‘He sido persuadido a publicar especialmente porque Mr Wallace, quien estudia en este momento la historia natural del archipiélago malayo, ha llegado a exactamente las mismas conclusiones a las que he llegado yo en lo que se refiere al origen de las especies.’ (2.p.3.Introduction). En la continua lucha por la supervivencia de las especies que Darwin plantea en ‘The Origin of Species’, está la influencia de la teoría de Thomas Malthus (1766-1834), a quien Darwin había leído. Dicha teoría plantea que los recursos naturales de que dispone la tierra no pueden satisfacer las necesidades de todos los habitantes del planeta, y que por tanto los más débiles deben perecer. En ‘The Origin of Species’, su autor tocó muy superficialmente las consecuencias de esta lucha y del proceso evolutivo del hombre. En su obra posterior, ‘The Descent of Man’ (La descendencia del hombre), estableció abiertamente que la especie humana, no había sido creada como una entidad singular, sino que había evolucionado de un estado animal y que el ancestro del hombre había sido un animal parecido a un pez. Este enunciado contravenía la idea bíblica de un jardín del Edén en cuyo centro está el hombre creado por Dios como un ser a su imagen y semejanza. Era un abierto desafío a las ideas sobre el origen del mundo tan profundamente arraigadas en la mentalidad de los habitantes del mundo occidental.

En el presente año en el Reino Unido se han realizado una serie de charlas, exposiciones, programas radiales y televisivos, que celebran el genio de este científico del siglo XIX. Recientemente se ha llevado a la gran pantalla la película ‘Creation’ (Creación), que abre una brecha al público de la dimensión humana de este genio del siglo XIX. La película tiene como tema central la relación de Darwin con su hija mayor y el drama familiar desencadenado por el fallecimiento de la niña; la batalla interna que se libra en él entre el respeto a la fe de su esposa y su convicción científica en su decisión para llevar a cabo la publicación de su obra máxima ‘The Origin of Species’. En la actual difusión de las ideas darwinianas no sólo se ha hecho hincapié en las investigaciones que Darwin llevó a cabo en el plano geológico, zoológico, botánico, sino también la influencia que sus estudios ejercieron en el plano artístico. En Cambridge, el Museo Fitzwilliam montó una exposición que aparte de informar acerca de Darwin, el ser humano y científico, informa también el campo de nueva observación y apreciación artística que su pensamiento abrió entre sus contemporáneos en Europa y los Estados Unidos. Se advierte que en la época era ésta ya una preocupación en el ambiente intelectual y el público en general. La gran contribución de Darwin fue dar forma y consistencia a las ideas enunciándolas en su teoría, respaldando ésta con evidencia científica. Así, al presentar de una manera sistemática en su investigación el aspecto geológico, la lucha por la supervivencia de las especies y la selección natural que ella conlleva, se abrió una nueva ventana por la que el mundo se vio a sí mismo. La teoría acerca de la formación geológica fue la más controvertida de la época debido a que cuestiona la creación del mundo por mano divina contenida en el capítulo Génesis de la Biblia que sostiene que el mundo fue creado hace poco más de 6.000 años. Hoy en día, la polémica sigue vigente y sus más tenaces adversarios son los llamados ‘neo-christians’, cuyo centro de proliferación ideológica se encuentra en los Estados Unidos. Cabe preguntarse cuáles son las razones por las que la película ‘Creation’ no ha encontrado quien la distribuya en ese país. En de ‘The Genius of Charles Darwin’ (La genialidad de Charles Darwin), programa que se muestra semanalmente en el Canal 4 de la televisión en el Reino Unido, presentado por Richard Dawkins, catedrático de la Universidad de Oxford, se confronta la evidencia científica que en su tiempo Darwin esgrimió - enriquecida ahora por descubrimientos contemporáneos en el plano genético, - con la fe sostenida por el neo-cristianismo y también representantes de las iglesias cristianas tradicionales. Lo hace en forma personal, enfrentando al Arzobispo de Canterbury, a pastores de iglesias neo-cristianas en Estados Unidos. Explora también el sistema educacional en el Reino Unido donde se centra la gran polémica de la diversidad cultural y religiosa. Para Dawkins esa inmensa masa humana en proceso de formación de las ideas es central en el futuro del desarrollo científico. Allí, en los jóvenes, se gesta el porvenir y la semilla la plantan los educadores, profesores de ciencias sobre todo, quienes - sostiene él - tienen el deber de atenerse a los hechos demostrados por la experimentación científica para educar eficientemente a sus alumnos. Pero la idiosincrasia británica no permite que nadie sostenga una verdad absoluta. Aquí la tolerancia de todas las ideas religiosas tiene un fuerte componente en la práctica. Así es como conviven en el paisaje urbano las iglesias cristianas y su variedad de denominaciones; las mezquitas; los templos budistas; las sinagogas; y con ellas, sus creyentes y observantes de las diversas culturas que con sus vestimentas típicas adornan las grandes masas urbanas.

Fue en noviembre de 1859 que Darwin publicó ‘The Origins of the Species’, y hoy, un siglo y medio más tarde, su teoría apoyada por evidencia científica posterior, sobre todo por el rápido desarrollo de la genética, sigue confrontando un antiguo dogma. Parece paradojal que en la última frase de su obra máxima Darwin haga mención del ‘Creador’ cuando dice: “Hay grandiosidad en esta concepción de vida [refiriéndose a la Selección Natural, lo que involucra por una parte Diversidad como también Extinción de formas menos aptas] y de todo su poder, vida que - adquiera diversidad de formas o una sola - haya sido en principio generada de un soplo por el Creador; que al mismo tiempo que esto ocurría el planeta haya estado funcionado en ciclos de acuerdo a la ley fija de la gravedad, y que, de un comienzo tan simple, hayan surgido formas inacabables - las más bellas y más maravillosas – que han estado y están aún evolucionando”.(2,p. 396). Significa esta frase que Darwin empleó la yuxtaposición entre ‘Creador’ y ley de gravedad en forma irónica? Estaba alertando al lector que así como el mundo había pasado siglos sin ser consciente de la existencia de la ley de gravedad, así también sería el caso con su teoría? O estaba simplemente transigiendo a la posibilidad de que en principio hubo un Creador, pero que eso no niega que exista el proceso evolutivo? Viene a la memoria Galileo, quien sometido a juicio inquisitorial, se vio obligado a repetir que la tierra era el centro del universo, pero que - para no negar totalmente su teoría - agregaba al final de cada oración: ‘pero también se mueve’.

1.Charles Darwin, The Voyage of the Beagle, Everyman’s Library, London, 1906. Re-impreso en 1983.
2.Charles Darwin, The Origin of the Species’, Oxford University Press, 1996.
N.B: Las citas textuales de ambas obras han sido traducidas del inglés al español por la autora.

Carmen Malarée, Plymouth, Reino Unido, noviembre 2009.


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La nueva ola de invasión al léxico.

El lenguaje es la forma de contacto más inmediata y natural que posee el ser humano. Hablamos esencialmente para comunicarnos y cuando nos falta la expresión verbal o escrita, recurrimos a ademanes y gesticulaciones para darnos a entender. Charles Darwin, en su estudio de gestos y expresiones humanas, nos habla de esta facultad universal para comunicarnos mímicamente saltando por encima de las diferencias culturales (1). No obstante, cada idioma en su forma verbal y escrita contiene su propio proceso evolutivo condicionado por factores históricos, económicos y sociales en el que se incorporan o eliminan palabras, términos y expresiones. Así por ejemplo, en latín el dicho ‘esto es un cisne negro’, se usaba antiguamente para significar la imposibilidad de que algo fuese real, expresión que quedó obsoleta con el descubrimiento de Australia, pues el mundo se enfrentó a la especie negra de estos palmípedos. Por otra parte, el proceso contrario ocurre con más frecuencia, pero la incorporación de nuevos términos es más complicada. En ocasiones predomina la fonética, por ejemplo, en castellano el nombre que damos al Canal de la Mancha deriva del francés La Manche que significa manga, es decir, una manga de agua. Lo mismo ocurre con el nombre Cabo de Hornos, derivado del inglés Cape of Horn que significa Cabo de Cuerno, nombre asignado a él porque su forma se asemeja a un cuerno. Otras incorporaciones a la lengua tienen su origen en el latín o el griego, palabras que cada lengua adopta dando a ellas su sonido peculiar. La palabra ‘cursor’, tan utilizada universalmente hoy en día, viene del latín, pero su pronunciación varía en cada idioma. Aquí es su significado el que toma preponderancia en el uso, ya que significa ‘mensajero’, o ‘correo’: el cursor nos trae el acceso al mundo virtual.
Otro aspecto importante es el doble significado, a veces ofensivo, que conllevan algunas expresiones. En nuestra lengua castellana no es tan fuerte aún lo que en inglés se denomina political correctness, expresión que traducida al castellano aproximadamente sería hablar la lengua libre de ofensa a las creencias, raza o religión ajenas. En castellano la expresión ‘esto no está muy católico’, conlleva una significación negativa del objeto a que nos referimos, porque a éste le falta el componente católico. En inglés eso sería calificado como algo inaceptable ya que la expresión implica que todo lo que no es católico no es bueno, discriminando así contra otras religiones o creencias. Traducir esto en forma literal al inglés a personas que lo hablan como idioma materno despierta asombro y desconcierto. En nuestra lengua en cambio, se sigue utilizando en forma diaria, aún cuando al lado de la religión católica, preponderante en los países de habla hispana, conviven otros credos.
El proceso de incorporación de nuevos términos se ha acelerado en los últimos veinticinco o treinta años. Esto porque el mundo se ha enfrentado a la espiral vertiginosa del capitalismo global que trae consigo una innovación tecnológica constante cuyo impacto en los medios de comunicación ha transformado el entorno a niveles que hasta los años setenta u ochenta - aunque imaginables - parecían inalcanzables. Dicho desarrollo ha incorporado un nuevo léxico a la vida diaria. Celulares, ipods, cámaras digitales, internet, ordenadores, sistemas GPS, en sí contienen toda una jerga necesaria para comprender su funcionamiento. El vocabulario diario se ha ampliado abarcando un terreno invadido en cada lengua por un léxico cuyo origen se encuentra en los centros productores de la nueva tecnología en la que el inglés es la lengua predominante. Visto así el desarrollo linguístico, dos opiniones divergentes disputan la verdad de lo que es aceptable dentro del léxico de un idioma: la académica – instituida oficialmente por las academias de lenguas - o la consuetudinaria, es decir la instituida por la persistencia de su uso. En Francia y en España prepondera la primera ya que existen academias de la lengua que rigen la validez de una palabra, locución o expresión idiomática. En lenguas como el inglés predomina la forma consuetudinaria ya que es el uso, frecuencia y persistencia de las expresiones verbales lo que permite su ingreso al léxico establecido que se manifiesta por la incorporación al ‘Oxford Dictionary’. Hay ventajas y desventajas en cada una de dichas aproximaciones. Por una parte la primera es sometida a la crítica por su rigidez y su criterio arcaico que se niega a aceptar que el idioma es un elemento vivo dentro de la riqueza social y cultural de todo grupo humano. La segunda, se dice que es confusa, anárquica e incluso peligrosa ya que tiende a degenerar el idioma introduciendo términos impuestos por grupos cuya influencia en la sociedad es pasajera. En esta carrera se forma un estrato social, generalmente joven, que va a la vanguardia de este desarrollo. Dichas expresiones idiomáticas, posterior a la década de mil novecientos sesenta, se hacían notar sobre todo en la música y el argot juvenil tan desarrollado hoy en Estados Unidos por la inmigración hispánica. En países europeos como el Reino Unido y Francia ocurre algo similar por la presencia de habitantes de las ex colonias. Actualmente la forma consuetudinaria - por su incorporación espontánea de palabras debido a la rapidez con que se desarrollan los medios de comunicación, nuevas tecnologías y a la globalización - está desplazando a la primera. Ha surgido así un argot tecnológico conteniendo un sinnúmero de términos, nociones, siglas, conceptos, que requieren de una comprensión ardua del uso de computadores, cámaras digitales, ipods, etc. Las disciplinas tradicionales como la ley, la medicina, la linguística, las ciencias económico sociales, despliegan su propia jerga que facilita la comunicación entre aquellos que ejercen en dichos campos de acción, pero el argot tecnológico se distingue de aquellos por el radio de acción que alcanza a nivel de toda la población, ya que el uso de los artilugios tecnológicos (denominados gadgets en inglés), por la democratización con que el capitalismo abarata los precios, los pone al alcance de una parte considerable de la población. Al mismo tiempo, aquellos que no incorporan esta nueva tecnología, sea por razones económicas, rechazo, o incapacidad de adoptarla (especialmente personas sobre cierta edad), van quedando a la retaguardia del progreso impuesto por esta invasión que se da a todo nivel en la sociedad.
En esta rápida evolución del idioma es importante distinguir la forma de penetración de expresiones ajenas. La palabra lleva consigo dos elementos que la distinguen de la letra (elemento mínimo constitutivo del lenguaje): significación y sonido. Significación es un aspecto complicado que contiene historia, etimología; por tanto su propia evolución. La palabra ‘bárbaro’ sintetiza esta compenetración entre sonido y significado ya que su origen es onomatopéyico: los griegos y romanos la utilizaban para describir a aquellos de una cultura ajena que no hablaban su lengua; a sus oídos las lenguas ajenas no sonaban como una lengua propiamente tal, de ahí que en vez de hablar, esta gente, decían ellos, ‘bar, bar’, es decir emitían sonidos de la misma forma que cuando en castellano nos referimos al ‘bla, bla, bla’ como expresión de palabras huecas, sin contenido. Que griegos y romanos no comprendieran lenguas de aquellos que conquistaban, no significa que los pueblos conquistados no tuviesen una lengua propiamente tal; significa que esta lengua era incomprehensible a aquellos que no la hablaban. La etimología de esta palabra parece reforzar la tesis que sostiene que la historia la hacen aquellos que conquistan, de ahí que ‘bárbaro’ haya pasado a ser sinónimo de inculto, ajeno a las letras y a la civilización, pero también algo cruel, bestial, inhumano. En otros casos, cuando se ahonda un poco más en el origen de algunas palabras, el que conquista recoge de los nativos palabras que incorpora a su propia lengua sin que en la lengua original éstas tengan correspondencia alguna con el objeto nombrado. Por ejemplo, se cuenta en forma anecdótica que la palabra canguro en la lengua de los nativos australianos significa ‘no sé’ pues cuando los colonos ingleses llegaron a Australia le preguntaron a una persona originaria de esas tierras el nombre del marsupial. Aquella persona no lo sabía, por tanto respondió ‘no sé’ que en en su propia lengua se dice ‘canguro’. Una anécdota similar se cuenta de la península y Estado mexicano que conocemos hoy por Yucatán. En el castellano que se habla en América Latina están presentes también palabras de las lenguas nativas, sobre todo nombres propios de lugares, ríos, montañas, animales. Palabras como coihue, árbol que se asemeja al roble, se utiliza en Argentina, Chile y Perú y viene del mapuche koiwe. En Chile la palabra ‘laucha’ es mapuche, lo mismo ‘chépica’ que viene del mapuche chepika; ‘coipo’ del mapuche koipu, además de muchísimos nombres de ciudades, como Curicó, que significa ‘aguas negras’ (2).
El elemento significativo tiene gran importancia en la traducción de un idioma a otro. A veces la traducción literal funciona, pero en otras ocasiones falla estruendosamente en su significación cultural. Al respecto, los proverbios son reveladores ya que contienen un elemento cultural importante, como la expresión en castellano que dice ‘en casa del herrero cuchillo de palo’, que traducida en forma literal al inglés pierde su significado pleno. En este idioma lo correcto es decir the shoemaker’s children always go without shoes; en sentido literal esto se traduce como ‘los hijos del zapatero siempre van descalzos’.
En la dialéctica entre idioma y el acelerado desarrollo económico tecnológico resalta la penetración constante de la lengua predominante en el mercado internacional. Esto hoy, debido a la globalización, es aplicable al mundo entero. Tradicionalmente el castellano ibérico ha adoptado palabras del francés adaptándolas a la lengua castellana; el origen latino que ambas comparten facilita este traspaso. Pero la cercanía geográfica de América Latina a Estados Unidos y la influencia económica que éste ejerce sobre los países de la América hispanohablante ha hecho que las palabras del castellano utilizado en dichas naciones se deriven más bien del inglés. La palabra ‘ordenador’ (del francés ordinateur’) es la que se ha usado tradicionalmente en España. En los países latinoamericanos se utiliza ‘computador’ derivada del inglés ‘computer’. No obstante el francés hoy en día está siendo también invadido por palabras inglesas: en el país galo se escucha decir constantemente le parking ‘por estacionamiento’; faire le shopping por ‘hacer las compras’. Es en este contexto que la posición académica y la consuetudinaria se disputan la validez de este nuevo léxico.
Ciertamente que en su forma verbal el uso de palabras importadas es imposible de evitar, y en este sentido la batalla está perdida para aquellos que defienden la pureza del idioma permitiendo o no la incorporación oficial de ellas por decisión de un grupo de expertos. La situación es diferente cuando se trata de la escritura porque aquí reglan más los formalismos. Es algo que el escritor debe tener en cuenta en el momento de coger la pluma. Que debamos o no cuidar la pureza del lenguaje como forma de identificación con nuestro origen y nuestra cultura es un planteamiento que nos lleva a una polémica interminable, pero el escritor poseedor de la virtud de discriminar sabiamente al utilizar el idioma, tiene como referente primordial ese principio básico que guía su pluma, es decir, llegar a tocar con la palabra escrita lo universal de la naturaleza humana.

Carmen Malarée, Junio 2008.

(1) Darwin Charles, The Expression of the Emotions in Man and Animals, Harper
Collins Publishers, publicado por vez primera en Gran Bretaña por John Murray
en 1872.
(2) Félix José de Augusta, Diccionario Mapuche-Español, Tomo I, Segunda Edición,
Ediciones Séneca 1995.



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DEMOCRACIA Y GLOBALIZACIÓN.


A medida que el mundo se hace más pequeño, por las fuerzas económicas que generan el proceso de globalización, las estructuras políticas tienden a universalizarse y la palabra democracia se impone en el mundo como el régimen más justo e igualitario para el desarrollo de la sociedad y de los individuos. El modelo político de occidente trata de implantarse en países cuyas estructuras políticas son arcaicas o dictatoriales. Se enarbolan principios democráticos para el mejor funcionamiento en un mundo en que se intensifican y ramifican las relaciones productivas y comerciales en lo que definimos como globalización.

Globalización es un término que desde hace unos diez años se utiliza frecuentemente en el vocabulario cotidiano, pero éste no es un fenómeno nuevo, sino que ha sido un proceso gradual que se remonta a los orígenes del comercio (cuya primera expresión fue el trueque), a la necesidad de búsqueda de nuevos mercados para el intercambio de bienes, ya sea de consumo o de materias primas. En la actualidad estamos siendo testigos de un desarrollo mucho más dinámico de este proceso, debido al rápido avance tecnológico de los medios de comunicación y de transporte. La expansión de las actividades comerciales y financieras han facilitado el desplazamiento de los individuos a lo largo y ancho del globo terráqueo con un repunte significativo luego de la caída de la Cortina de Hierro, cuando se liberaron barreras políticas antes insalvables por la división del planeta en dos bandos: el pro soviético y el proestadounidense. El capital comenzó a movilizarse libremente y despertó las ansias de inversión en áreas que antes le estaban vedadas. El planeta, hasta la China ‘revolucionaria’, se ha impregnado del sello económico más distintivo del sistema: la acumulación del capital. Podríamos decir que el mundo se está aproximando a esa realidad que Marx planteó en su obra ‘El Capital’: un capitalismo cerrado, un sistema concebido de una manera puramente teórica para facilitar el análisis de las leyes de funcionamiento de la estructura económica capitalista está siendo ahora una realidad. La necesidad de expansión del capital ya no tiene barreras nacionales. Los países de economías más frágiles aceptan las condiciones de las grandes transnacionales pues no pueden quedarse atrás en esta carrera impuesta por el desarrollo. Y quienes configuran y determinan las reglas del juego son los países con economías más avanzadas. No en vano se logran acuerdos a nivel de los del G8, y en organizaciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco mundial y la Organización Mundial de Comercio que están dirigidos por intereses capitalistas.

Los países de desarrollo capitalista más avanzado se benefician de la dinámica capitalista imperante en el mercado mundial. Por una parte, el desarrollo atrae mano de obra barata de países con menos desarrollo tecnológico. Son trabajadores que buscan una remuneración más alta (en relación a los salarios de sus países de origen) y ofrecen su fuerza de trabajo en ocupaciones en que los ciudadanos de los países anfitriones no se interesan (el beneficio social al alcance de los ciudadanos en economías desarrolladas es a veces mayor que la remuneración de empleo). El capital busca expandirse también traspasando fronteras nacionales: en África, supermercados europeos cultivan, cosechan, empaquetan y exportan productos agrícolas a un costo bajísimo en comparación al costo dentro de sus países. Lo mismo ocurre en países latinoamericanos con la producción de plátanos y de café. El capital se expande también en el terreno de los servicios y firmas financieras instalan los llamados ‘call centres’ en India, donde la lengua franca es el inglés, empleando recursos humanos a un costo bajísimo para prestar sus servicios telefónicos a clientes de todo el globo. Los países de mayor desarrollo ejercen también fuertes restricciones arancelarias de importación: Estados Unidos protege sus fronteras de la importación de acero desde Europa del Este mientras que Francia requisa la importación de prendas de vestir que vienen de la China, practicando a los ojos del mundo una desvergonzada paradoja pues son ellos los que alientan el libre mercado. Si tomamos en cuenta que lo que crea ‘valor’, entendido en el concepto marxista del capital, es una proporción de trabajo humano no remunerado cuya plusvalía se realiza en la comercialización de los productos, la globalización lo que ha hecho ha sido ampliar los horizontes geográficos de este proceso, desplazándose y penetrando al interior de países que ofrecen mano de obra barata. Las transnacionales han pasado a controlar el mercado global. Al respecto, no se puede dejar de admirar la labor que ‘Fair Trade’ lleva a cabo en el mercado internacional, despertando la conciencia de consumidores en los países capitalistas para que compren los productos que esta organización promociona, ayudando directamente a los productores de países más pobres a comercializar sus productos en forma ventajosa. Esto deja en claro que en el proceso global de acumulación del capital se requiere una fuerte dosis de know-how, de saber emplear los canales de producción y comercialización mundial, para apoderarse de la ganancia que genera la estructura capitalista mundial.

La globalización trae consigo una estandarización de los valores y de la cultura. Se habla del consumismo como motor de las aspiraciones de la sociedad moderna, que desplaza los valores tradicionales de los individuos en pro de obtener una marca de jean y de zapatillas que dan al que las porta su nota de ‘distinción’. Esta influencia es muy fuerte, sobre todo en la juventud, lista a adoptar lo que se ha metido a través de imágenes televisivas en la mente de la población a nivel global. La necesidad de comerciar productos impulsa a los individuos a comunicarse. Así es como la lengua del país que domina la economía mundial, el inglés, pasa a ser la lengua franca del globo terráqueo. Este dominio ideológico y cultural se ha manifestado en forma muy fuerte en países que por décadas estuvieron sometidos al modelo soviético de producción al otro lado de la Cortina de Hierro. Mucho se habla de cuando ésta cayó, pero poco se dice de las oportunidades que se abrieron a la inversión capitalista en el área. Esto despertó nuevas expectativas económicas que rápidamente se vieron realizadas con el florecimiento de los McDonalds, el surgimiento de grupos de música pop, el turismo acrecentado debido a la inversión extranjera capitalista en hoteles, restaurantes, cines, supermercados y centros comerciales en los que se realza la presencia de tiendas multinacionales.

Este nuevo panorama económico global emerge dentro de un modelo político liberal. Las estructuras políticas de cada país capitalista protegen la seguridad del desarrollo dentro de sus fronteras y los representantes políticos saben que la estabilidad económica y el bien material que se brinda a sus conciudadanos es garantía de estabilidad política y reelección. Recientemente, durante una jornada del ciclo de Lecciones y maestros, en Santillana del Mar, España, donde se reunieron escritores, críticos literarios y profesores, José Saramago, Premio Nobel de Literatura 1998, acusó a los gobiernos de ser “los comisarios políticos del poder económico”. El escándalo que circula actualmente en la prensa británica por el dinero recibido por uno de los príncipes en Arabia Saudita como soborno para los contratos con British Aerospace, contrato que se llevó a efecto durante el gobierno de la Dama de Hierro, ofrece un ejemplo de esta complicidad entre el poder político y el económico. El escándalo, sin embargo no acaba allí. El cambio de mando del conservantismo al laborismo no hizo mayor diferencia ya que cuando la situación se quiso investigar el gobierno de Mister Blair, paró la investigación aludiendo a razones de seguridad nacional. La seguridad y la estabilidad nacional y mundial, son argumentos que se enarbolan también para invadir otros países cuando la verdadera razón es económica: el abastecimiento de petróleo. La excusa de invadir países para cambiar regímenes no hace sino aumentar el conflicto entre el mundo islámico y el cristiamo. Este es un peligro para la humanidad y un retroceso histórico considerable, comparable al período de Las Cruzadas. Los resultados de esta política de agresión han sido desastrosos para el occidente, haciendo a los países agresores aún más vulnerables al ataque terrorista islámico. Sin pruebas suficientes que corroboren la amenza de Iraq hacia occidente e ignorando la comisión internacional de investigación de armas de destrucción masiva, atacan Iraq convirtiéndolo en un cuerpo que se desangra. Luego los comisarios políticos de occidente lo culpan de su propia autodestrucción, cuando fueron ellos los que crearon las condiciones de la lucha fratricida dentro del país. La alianza de Blair, Primer Ministro laborista, con Bush, sirve para ilustrar lo que Saramago afirma cuando dice que los partidos de izquierda ya no se acercan al centro, en realidad, “lo que hacen es acercarse a la derecha”, agregando que en nuestro tiempo la democracia es una paradoja porque bajo ella “todo se puede rebatir” y sin embargo todos aceptamos lo que se dicta desde arriba, porque el problema de fondo es que “todos sabemos que vivimos bajo una plutocracia: son los ricos los que gobiernan”. Se detecta desilusión y apatía en el electorado a nivel mundial. Desilusión, porque la política ha pasado a ser un medio para llegar al poder y una vez que se alcanza, se dejan de lado programas y promesas. Apatía, porque el sistema democrático no funciona: las estructuras para expresar y canalizar disentimiento en el ciudadano común no existen o son tan engorrosas que sólo resultan en frustración. Saramago hace un llamado a aullar para recuperar nuestros derechos ciudadanos e instaurar un verdadero sistema democrático. Los aullidos vienen de concertadas protestas populares, organizadas a nivel global, lo que paradojalmente se logra gracias a la avanzada tecnología que nos proporciona el capital o cuando un valiente escritor que ha alcanzado reconocimiento mundial, como es el caso de Saramago que citamos aquí y de Harold Pinter (en su discurso de la ceremonia de entrega al Nobel) hacen explícitas sus ideas para que lleguen a oídos de un continente o del mundo entero. Cuando los que gobiernan son un partido o una coalición de izquierda el aullido no se manifiesta por la constante amenaza a perder los puestos de trabajo que los individuos logran dentro del sistema. Para vivir tranquilo hay que dar el amén a todo lo que se dicta desde arriba, si no queremos poner en peligro nuestra seguridad económica y nuestro estatus social, por eso es que nadie aúlla: es el silencio de la complicidad. Aquellos que protestan es la izquierda que está fuera del sistema pues la exclusión política se practica exitosamente a través del sistema electoral. Es lo que ocurre en el caso de la democracia en Chile con el sistema electoral binominal.

Democracia y globalización están irremediablemente coludidas y obedecen a las fuerzas de acumulación del capital. Si hay que ponerle un nombre a este nuevo fenómeno que sacude al mundo, no basta con llamarle globalización, éste en sí es un término híbrido que sólo define el fenómeno en su aspecto geográfico. Habría que agregarle un calificativo y sólo cabe calificarlo como capitalista. Las fuerzas que el capitalismo global ha desarrollado parecen estar más allá del control de individuos o instituciones, se han hecho tan poderosas que contrarrestarlas es tarea de titanes. “Perder la paciencia”, “es hora de aullar”, “hacer algo”, propicia Saramago, criticando a los partidos de izquierda, recordando que “antes, gustaba mucho decir que la derecha era estúpida (pero) yo tengo que decir que hoy no conozco nada más estúpido que la izquierda”. Tal vez el grito es un buen comienzo, pero así como el capitalismo ha sido capaz de transfigurarse, así también para combatirlo deberíamos plantearnos nuevas estrategias y estructuras políticas que aglutinen fuerzas de apoyo capaces de transcender modelos políticos tradicionales. Viene a la memoria uno de los slogans que los estudiantes y obreros del movimiento de mayo de 1968 en Francia en ese entonces propiciaban: “¡La imaginación al poder!”


Carmen Malarée, junio 2007

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La influencia que sobre una obra literaria ejerce la identidad sexual del autor.


Un ensayo de Carmen Malaree.

En toda narrativa la caracterización de los personajes es elemental para despertar el interés del lector y para que ellos sean convincentes deben desplegar sentimientos humanos, sean éstos positivos o negativos. Se puede ser sutil, exagerado o incluso contradictorio en cuanto a la cuota que cada personaje recibe de cada uno de ellos a condición que, en su conjunto y plasmados en la personalidad de los protagonistas, éstos logren credibilidad a los ojos del lector. Sin eso, la intimidad que el escritor intenta crear con el lector por medio de las páginas de un libro está destinada a fracasar. El análisis en las páginas siguientes intenta demostrar hasta qué punto la identidad sexual del escritor influye sobre los sentimientos que dan forma a los personajes de su obra. Por tanto, antes de adentrarnos en el tema es importante hacer una diferencia entre sexo e identidad sexual. El sexo en animales (incluyendo a los seres humanos) y plantas, es una distinción orgánica que distingue al macho de la hembra. Identidad sexual, es la percepción que cada individuo tiene del sexo al que pertenece. Un individuo puede tener los atributos orgánicos de un determinado sexo, pero la percepción de sí mismo y los impulsos sexuales que lo motiven, no siempre corresponden a las características sexuales externas que lo definen como hombre o mujer. No obstante, en la mayoria de los individuos hay correspondencia entre estas características físicas y la identidad sexual.

Que los personajes estén determinados por el hecho de que el autor sea hombre o mujer es un punto controvertido entre los críticos literarios. Hay quienes afirman que el sexo, o para más precisón, la identidad sexual de quien escribe, determina la forma y contenido de los personajes de una obra literaria. En este sentido cabe recordar las palabras de Charles Dickens, quien, al suponer que el autor de ‘La desgracia del pastor Amos Barton’, era un varón, dijo: ‘Creo que nunca antes como en este libro un hombre ha demostrado el arte de ponerse, mentalmente, en la situación de una mujer.’ Cuando pronunció tal enunciado, no sabía que el autor era de sexo femenino, pues ella había presentado su obra bajo el seudónimo de George Eliot.

El arte de meterse en la mentalidad femenina cuando el que escribe es un hombre, ha sido practicado desde las primeras obras literarias registradas en la historia de la humanidad. Homero, en la Ilíada, nos revela a Penélope y su lealtad a toda prueba por su esposo, acudiendo a la argucia de hacer y deshacer el tejido para poner atajo a las proposiciones matrimoniales de sus muchos pretendientes. William Shakespeare, ha investido a Lady Macbeth con rasgos de un carácter fuerte: dominante, manipuladora, intrigante y de sangre fría. En las obras literarias del siglo XIX , personajes femeninos como el creado en la novela del mismo nombre por Gustave Flaubert, ‘Madame Bovary’, se despliega una comprensión profunda de la sicología femenina. Flaubert nos acerca tanto a su personaje que en su análisis de la obra, Mario Vargas Llosa declara que es una verdadera orgía perpetua, significando con ello la calidad y el poder que el libro de Flaubert ejerce sobre él (sobre todo el personaje principal) ya que no logra saciar la sed de su lectura. Honoré de Balzac en su cuento titulado ‘Un estudio sobre la sicología femenina’, nos relata la vanidad de una mujer que recibe secretamente la admiración de un joven varón, pero que termina con su orgullo herido al descubrir que el halago iba dirigido a ella por error. En el siglo XX numerosos autores masculinos han elegido como protagonista central la figura femenina. Alejo Carpentier, en ‘El siglo de las luces’, nos relata cómo Sofía, se vale de trucos para seguir por mar y tierra al hombre que ama. Con excepción del cuento mencionado de Balzac, estos personajes creados por hombres son todas mujeres que muestran iniciativa, que usan su inteligencia para hacer realidad un destino elegido por ellas, resistiendo el papel pasivo (desde Penélope!!) al que están sometidas por su condición de mujer. No siempre en la caracterización de personajes femeninos por escritores hombres se manifiesta esa resistencia solapada a la sumisión, sino que ellas son abiertamente beligerantes y agresivas. Al respecto se ha mencionado ya el personaje de ‘Lady Macbeth’. En la literatura latinoamericana Rómulo Gallegos nos entrega ‘Doña Bárbara’, abiertamente dominante y despótica que se ajusta más al estereotipo de hombre que mujer. En la ficción todo es posible siempre que se presente con maestría para dotarla de credibilidad. Pero quien nos ofrece una extensa variedad de personajes femeninos en una sola obra es Federico García Lorca en ‘La casa de Bernarda Alba’. Cinco hermanas encerradas entre cuatro paredes, sofocadas por el calor estival, bajo la tutela de una madre enérgica, dominante, llena de prejuicios, deben someterse a la voluntad materna para preservar el honor y evitar ‘el qué dirán’. Aquí no hay presencia masculina, sólo la sombra de Pepe El Romano, pretendiente de la mayor de las hermanas, que la busca, no por amor sino por conveniencia. García Lorca encarna en sus personajes los sentimientos frustrados y la represión sexual a la que las jóvenes están sometidas - en forma sutil en las cuatro hermanas mayores, pero desenfrenadamente en Adela, la menor - lo que realza la rivalidad entre ellas aportando la tensión tan necesaria en toda obra literaria y que actúa como imán sobre el lector. Hay quienes afirman que García Lorca logra profundizar tan fielmente en los sentimientos de sus personajes femeninos porque él mismo, dada su condición de homosexual, sufrió en carne propia esa represión, latente en una sociedad que tiene como modelo de perfección la mujer virgen y que además condena la relación entre personas del mismo sexo. Sin embargo, David H Lawrence, despliega la misma penetración en la siquis femenina cuando presenta las mujeres de sus novelas y de sus relatos. Al igual que García Lorca, las muestra en sus acciones como personajes sensuales (‘El amante de Lady Chatterley’), con la astucia para manipular situaciones y la argucia verbal típicamente femenina para mofarse de otros (‘Dos pájaros azules’) o con los temores y aversiones sexuales de quien no ha experimentado esas vivencias (‘Los Enamorados’). Varían eso sí, los contextos culturales (España y el Reino Unido) en que los personajes se desenvuelven, pero la mentalidad femenina se ajusta a ellos.

En la literatura universal la lista de autoras no es tan amplia como la de los varones, dadas las condiciones históricas desfavorables a la creatividad femenina. Sea por razones biológicas, sea por discriminación u otras, la verdad es irrefutable. La tradición intelectual feminista en Europa comenzó apenas en el siglo XV con Christine de Pisan culminando con Mary Wollstonecraft en el siglo XVIII. Virginia Woolf en ‘Un cuarto propio’, hace explícito el problema de la escritura femenina cuando dice que ‘para escribir novelas, una mujer debe disponer de dinero y un cuarto propio.’ Ya se ha mencionado a George Eliot, como prueba de las dificultades que encontraban las mujeres para publicar. Eliot tenía también la ayuda y protección de M Lewes, con quien convivía ‘en pecado’ (para la sociedad de la época) luego de la separación de Lewes de su esposa. Eran dos personas inteligentes que compartían intereses e ideales y que se complementaban intelectualmente. Cabe recordar que autoras como Jane Austin y las hermanas Brontë eran hijas de párrocos, tenían acceso a una biblioteca, eran ávidas lectoras y se las motivaba a desarrollar su intelecto. La lectura y un bagaje de conocimiento amplio de estilos literarios contribuyen grandemente a la formación intelectual de un escritor, sea éste hombre o mujer. Cada una de las Brontë despliega su estilo propio y un profundo conocimiento de la siquis masculina y femenina. En Emily, los personajes femeninos de ‘Cumbres Borrascosas’ son más pasivos, o quizás ella los coloca en un ambiente más restringido, del que no pueden escapar sino rebelarse con actitudes y comportamientos de desobediencia y altanería. Charlotte parece más inclinada a la igualdad de condiciones de vida entre los sexos y es explícita al respecto cuando la heroína en su obra reflexiona sobre la situación de la mujer de la época en forma crítica, como en el siguiente pasaje: ‘Se supone que las mujeres son generalmente inactivas: pero las mujeres sienten al igual que los hombres; necesitan ejercitar sus aptitudes ...; y denota estrechez mental por parte de aquellos más privilegiados que ella decir que deberían estar confinadas a hacer tartas y tejer calcetines, a tocar el piano y a bordar ...’. La heroína, Jane Eyre, tiene también un sentido de la dignidad femenina con respecto al dinero: se niega a aceptar regalos caros de su pretendiente y estipula que una vez casados ella seguirá a cargo de su propia subsistencia cuando advierte a su futuro esposo: ‘ganaré para un techo y comida ... Me proveeré de mis propias vestimentas y tú no me darás nada, sino ... tu estimación y respeto’. Como mujer escritora, Charlotte no escapa a las restricciones que ella, como mujer, siente que está sometida, algo que tal vez un escritor hombre no tiene la urgencia de expresar. Ella se hace portavoz de la necesidad de la igualdad entre los sexos, al menos en términos del intelecto y la capacidad de trabajo, dos elementos que permiten a la mujer mantener su dignidad humana. En el siglo XX los llamados a la igualdad intelectual entre hombre y mujer vinieron desde Francia con Simone de Beauvoir quien postula que desde el punto de vista fisiológico no existen diferencias entre hombre y mujer y que son las condiciones sociales las que contribuyen a una producción intelectual deficiente por parte de la mujer. Esto reafirma la idea de que cada persona es hija de su tiempo histórico. En este sentido tanto hombres como mujeres escritoras se han visto condenados por la chaqueta de fuerza impuesta por la moralidad de la época (la condena del libro de D H Lawrence ,‘El amante de Lady Chatterley’ sirve de ejemplo entre los escritores hombres). Hay que reconocer, eso sí, más poderosas y fuertes han sido las restricciones sobre la mujer que sobre el hombre. En los anales literarios de la América hispanohablante, entre las escritoras que han resistido la noción de que la mujer es intelectualmente inferior al hombre, resalta la voz de Sor Juana Inés de la Cruz, que disfraza, con agudeza e ingenio, su derecho a aportar su pensamiento a las polémicas intelectuales de la época. Entre las sudamericanas podemos nombrar en el siglo XIX a Flora Tristán (hija de padre peruano y madre francesa, aunque vivió la mayor parte de su vida en Francia) quien incorpora la igualdad de la mujer a la lucha obrera. En la obra de Gabriela Mistral’ se percibe la reafirmación de la mujer como ente pensante al igual que el hombre pero con un toque femenino en sus poemas recopilados bajo el título de ‘Ternura’. Violeta Parra nos ofrece en sus ‘Décimas’ la visión femenina de la mujer que lucha por el reconocimiento de la cultura popular que tanto amó y recopiló expresándola en sus versos, canciones, pinturas, cerámica y arpilleras.
La inserción de la mujer en el mercado de trabajo, la política y los asuntos internacionales, los avances científicos que le han abierto las puertas a la planificación familiar, la tecnología que la ha independizado del yugo doméstico, la acerca más y más a condiciones de vida que le permiten realizar su potencial creativo, algo que el hombre ha tenido siempre a su disposición. Sin duda esto es ventajoso y seguirá expresándose en las páginas de la literatura. Después de todo ella es reflejo de una época. No olvidemos las palabras de Stendhal (1783-1842) escritor francés que dijo: ‘Cada genio que nace mujer es una pérdida para la humanidad’. Esperamos que en el futuro estas palabras sólo sean recuerdos del pasado.

Carmen Malarée, enero 2007.

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La ‘sagrada familia’ en ‘La metamorfosis’ de Kafka.

‘La metamorfosis’de Kafka ha estado sujeta a toda clase de interpretaciones y ha sido puesta bajo el escrutinio de distintas teorías y pensamientos filosóficos. Las hay desde el punto de vista marxista, del sicoanálisis, del existencialismo. Recientemente una nueva versión del relato de Kafka ha aparecido en la red internet, creada por Peter Kuper, bajo la forma simplificada de tira cómica. Aunque ésta sirve para darnos una rápida y simple idea de la trama de la obra, nos deja con un gusto amargo, ya que reduce a una descripción superficial y banal un relato que es de una enorme profundidad humana.

En ‘La metamorfosis’, Kafka nos enfrenta de improviso a una situación absurda: un joven llamado Gregor Samsa, se despierta una mañana transformado en un gran insecto. Este hecho insólito se nos presenta como un fait accompli, debemos aceptarlo con la expectativa de que la imaginación del autor nos llevará a territorios inexplorados. La voz del narrador no pertenece al principal protagonista, pero sabemos que éste tiene un conocimiento íntimo de él, porque hay un desplazamiento constante entre una y otra, como en los siguientes pasajes: ‘¿Qué me ha ocurrido? pensó. Esto no es un sueño. Su habitación, de tamaño regular para un ser humano, ...’. ‘¡Dios mío! ¡Qué trabajo más agotador el que tengo! Viajando todo el tiempo, pensó. ... Sintió una ligera picazón en la barriga; lentamente apoyó la espalda en el respaldo de la cama.’ Este acercamiento entre narrador y personaje se manifiesta también en registros linguísticos que apuntan a una relación directa, de posesión, entre Gregor y los miembros de su familia cuando el narrador se refiere a ellos: ‘su padre’, ‘su madre’, ‘su hermana’. Esto perdura a través del relato hasta que Gregor ya no existe más, entonces los padres pasan a ser ‘el señor y la señora Samsa’. Asimismo, referencias a la hermana de Gregor desaparecen y son reemplazadas por ‘su hija’, tomando como referente a los padres y ya no más a Gregor. Esta técnica empuja al lector a una proximidad con el protagonista principal, le hace sentir una empatía por la situación difícil en la que el personaje se encuentra, se compenetra con los sentimientos y sensaciones de él. Los otros protagonistas, aunque enfrentados a la horrible realidad de tener que tolerar la presencia de Gregor, están ajenos a él pues no pueden penetrar su pensamiento.

Kafka, de familia judía residente en Checoslovaquia y nacido en el gueto judío de Praga, era doblemente un extraño en ese país, porque, por ser judío debía hablar la lengua del imperio Hasburgo, es decir, el alemán, y sin embargo tampoco se le consideraba como ciudadano alemán. La palabra que Kafka utiliza en alemán para describir la transformacion de Gregor es ungeziefer. Hay aquí una cierta confusión en la traducción de esta palabra. Vladimir Nabokov en su cátedra acerca de ‘La metamorfosis’ hace esta observación, de si es realmente un escarabajo, de si tiene alas o no, de su tamaño, etc. Sin embargo, la forma exacta que Gregor asume en su metamorfosis no es lo importante. Más relevante es el significado figurativo que tiene esta palabra en la época de Kafka, ya que ungeziefer, se utilizaba entonces para describir a los judíos como seres nefastos, parásitos de la sociedad. Gregor se ha convertido literalmente en eso: es un ser que ha sido despojado de las características físicas que lo identifican con la raza humana; es incapaz de valerse por sí mismo; no puede funcionar en el medio humano social y cultural, ni siquiera puede levantarse de la cama ni menos presentarse a su trabajo y verlo, produce una profunda repulsión. La reacción de la familia, del colega de oficina que viene a sacarlo de la cama, de la sirvienta, es de rechazo: el padre se averguenza de su presencia; la sirvienta pide a sus patrones que le permitan dejar su empleo; el colega de oficina al verlo escapa aterrorizado; la hermana al comienzo lo alimenta, pero pronto esa generosidad de espíritu cambia a un deseo de eliminarlo de sus vidas. Sin embargo el lector sabe cómo se siente Gregor en esta situación, sabe que está desesperado, que quisiera levantarse para ir a su trabajo, que se preocupa de la situación económica precaria de su familia de la que él es el principal proveedor. Al mismo tiempo el lector se entera de las condiciones de vida que Gregor ha debido soportar para mantener a la familia: largos e incómodos viajes, estadías en hoteles de baja categoría, alimentándose apenas, soportando la crítica constante de su jefe aún cuando en cinco años jamás ha faltado un día a su trabajo.

A medida que se desenvuelve la trama, la visión que tiene el lector de Gregor, como víctima, se acrecienta, así como también va aumentando el rechazo que la familia y los otros protagonistas del relato tienen por Gregor. Esto porque el lector tiene un acercamiento cada vez mayor al personaje mientras que en la relación entre Gregor y los que lo rodean, este lazo se quiebra. El rompimiento se da porque la comunicación entre ellos se corta: Gregor es incapaz de hablar o expresar por un medio humano alternativo lo que le ocurre. Su capacidad visual también decrece. Pero para el lector, su transformación externa ha resultado en una exacerbación interna de su ser ya que su sensibilidad humana ha ido en aumento y se muestra susceptible a preocuparse más por su familia que por él mismo. Kafka mantiene al lector al tanto de cúan inmune Gregor es a rebajarse a la condición animal, por el contrario, eleva a su personaje a una imagen límpida, pura, de generosidad y excesiva consideración por los demás.

Con el desarrollo de la trama al lector se le va ampliando la información y los antecedentes familiares y de trabajo que han condicionado la situación difícil en la cual Gregor se encuentra. Nos enteramos que el padre disimulaba ser un hombre viejo y débil, que necesitaba del trabajo de su hijo para sustentar a su familia porque no disponía de otros medios económicos. Lo cierto es que el padre tenía suficiente dinero ahorrado y poseía aún la fortaleza física para el trabajo. Ese descubrimiento lo hace Gregor después de su metamorfosis, cuando la familia queda desprovista del apoyo económico de él. La hermana, Grete, que en un comienzo lo alimenta y se preocupa de él, pronto se hastía de ser la responsable y no comprende que su hermano sigue pensando y teniendo la sensibilidad de un ser humano y que sufre la verguenza de no poder comunicarse ni valerse por sí mismo. La única persona que se inquieta por Gregor y mantiene un cierto lazo emocional con él es la madre que representa la tabla de salvación que lo une a la raza humana. Kafka apela aquí a una relación humana biológica indisoluble, reminiscencia del cordón umbilical que nos ata a otro ser humano, un lazo fundamental de la existencia, y el personaje se aferra a él con toda su esperanza. Pero la razón por la cual la madre muestra esta preocupación por Gregor es porque no ha tenido mucho contacto físico con él después de la metamorfosis que éste ha sufrido, ya que la hermana hace todo lo posible por evitar que lo vea. La madre piensa en la transformación de su hijo como algo pasajero, cree que en algún momento futuro recuperará su forma humana. La escena en que Kafka nos muestra a la hermana convenciendo a la madre de sacar los muebles del dormitorio de Gregor sugiere que para Grete su hermano llegó a un punto de donde no hay retorno. La madre, en cambio, se resiste a la idea argumentado que si lo hacen “es como si le estuviésemos diciendo que hemos perdido la esperanza ... Pienso que sería mejor dejar su cuarto exactamente como siempre ha estado, para que cuando vuelva a ser lo que era, encontrará que nada ha cambiado y así le será más fácil olvidar lo que pasó”. Pero cuando la madre se enfrenta a la visión de su hijo, la conmoción es tal que se desvanece, la hermana lo culpa y Gregor queda marginado de ella, pero aún guarda la esperanza de su cariño. Kafka nos da el detalle de los dos muebles que retiran de la habitación de Gregor: la cómoda y el escritorio. Esto tiene un cierto simbolismo puesto que son dos objetos que identificamos, el primero para guardar ropa, innecesario ya, dada la forma inhumana de Gregor; y el segundo para ejercitar nuestro intelecto. Esto sugiere que a Gregor se le ha reducido totalmente a una condición inhumana.

Todo el relato se desarrolla en un medio ambiente claustrofóbico, dentro del departamento que habita la familia Samsa, con personas que entran y salen de las habitaciones, puertas que se abren y se cierran para evitar el encuentro con Gregor, cuya visión despierta desprecio y repugnancia. Si Gregor era el sostén financiero de la familia cuando tenía un cuerpo humano, su transformación ha hecho que la situación familiar se invierta. La metamorfosis lo ha convertido en un parásito en el sentido real y figurativo de la palabra. Ha podido escapar a una situación en la que era explotado por su familia, pero ha terminado subordinado, maltratado, dependiente, ignorado y rechazado por los seres que él quería y que sacaron ventaja de él mientras estaba capacitado para funcionar como ser humano.

Dado que Gregor no revertirá a su estado anterior, sólo una solución drástica sacará a la familia de tan difícil e intolerable situación. Una manzana que su padre le ha tirado a Gregor sobre la caparazón, le ha producido una herida la cual, sin que nadie se preocupe de tratar, comienza a infectarse. Pero, es la hermana la que decide coger el toro por las astas y comunica a sus padres su resolución en forma brutal y sin tapujos: “Tenemos que deshacernos de él”, les dice. Para ello debe convencerles de que ese bicho asqueroso es un ser sin espíritu ni capacidad pensante. Hasta ese momento ellos han cometido un error garrafal, les enrostra Grete: creer que esa criatura era Gregor cuando realmente éste dejó de existir en el momento que se transformó en insecto. “El hecho que hemos creído eso” (que era realmente Gregor) “durante un largo tiempo es la raíz de toda esta situación”, dice Grete a sus padres. Luego apela a la sensibilidad de ese, que según ella fue su hermano en el pasado, diciendo: “¿Cómo puede ser Gregor? Si fuese él, se habría dado cuenta que los seres humanos no pueden vivir bajo el mismo techo con esta criatura: hace un largo tiempo que ya se habría marchado”. Gregor está escuchando toda esta conversación, se retira a su cuarto y es sobre su madre que posa su última mirada. Se dice a sí mismo que su hermana tiene toda la razón, que debe desaparecer y solucionar así su propio sufrimiento y el de su familia. Grete cierra la puerta del cuarto de Gregor con fuerza, haciendo girar la llave y poniendo el cerrojo, al tiempo que exclama: “¡Por fin!”. Kakfa nos da a entender que Gregor queda totalmente abandonado a su destino, sólo espera la muerte. Gregor emite su último suspiro siempre guardando en su pensamiento el amor y la ternura por su familia. Hasta el final de la existencia de Gregor, Kafka nos involucra en el sufrimiento del personaje central. De ahí en adelante la narración se torna fría, distante de los personajes que se han sacado un peso de encima. La complicidad entre madre, padre e hija se hace manifiesta cuando el padre llama a las dos mujeres a olvidar y éstas se acercan a abrazarlo. Están nuevamente unidos en una trilogía: la de la sagrada familia.

Kakfa nos presenta a la familia Samsa como cristiana (el padre, cuando da gracias a Dios por la muerte del hijo, se persigna), a pesar de que él era judío, pero ya se ha dicho que Kakfa se desenvolvía en un país que le era doblemente ajeno - por la lengua y la religión - en el que preponderaban los valores de la civilización cristiana. Que Kafka utilice la familia como escenario central para tratar la temática del quiebre de las relaciones humanas, dejando al desnudo la mezquindad, el egoísmo, la explotación de un ser humano por otro, el desprecio y la falta de caridad por un ser desvalido, no es sorprendente. Con esto logra un efecto irónico, como también emocional, nos remece interiormente de manera mucho más fuerte que si hubiese elegido cualquier otra institución social. Hay que tomar en cuenta que nuestra mentalidad está condicionada a la tradición judeo-cristiana, por tanto, en nuestra siquis, mantenemos una imagen de la familia como ente que gobierna nuestras acciones en base a derechos y deberes mutuamente respetados por cada uno de sus miembros en un ambiente en que, se supone, reina el amor. Gregor está convencido que el amor prevalecerá, incluso después que su padre lo bombardea con manzanas, tratándolo como un animal. La escena que sigue a ésta es de un Gregor reforzando en su mente la imagen de la familia como unidad protectora de cada uno de sus miembros, repitiéndose, para autoconvencerse que “incluso su padre se refirió a él como un miembro de la familia”; que por supuesto la crisis es pasajera ya que “el deber de la familia requería la supresión de la repugnancia y la aplicación de la paciencia, sólo paciencia”, para así mantener la armonía en el hogar.

Hace ya casi un siglo desde que Kafka escribió ‘La metamorfosis’. Su obra ha superado el paso del tiempo y ha dejado como legado universal el adjetivo ‘kafkiano/a’ para denotar que los acontecimientos absurdos e ilógicos tienen su propia dinámica en la existencia. La ciudad de Praga el 4 de diciembre de 2003 le hizo un reconocimiento a su ciudadano ilustre desvelando una estatua del escultor Jaroslav Roná, erigida en un parque pequeño, entre la sinagoga española y la iglesia del Espíritu Santo, en lo que marca el deslinde con el casco judío de Praga, y que simboliza la diversidad religiosa y cultural de esta ciudad.

Hay quienes dicen que la obra de Kafka es un reflejo de su vida. No conoció la fama y sus admiradores formaban un grupo reducido de intelectuales que dominaban el alemán. La visión que Kafka tenía de sí mismo es totalmente contraria al lugar prominente que su persona y su obra han adquirido a nivel mundial, y en gran medida, el personaje central de ‘La metamorfosis’, podría considerarse un reflejo de su estado de ánimo, sobre todo cuando recordamos el epitafio escrito por su propio puño, simbolizando lo que había sido su vida: “Una imagen de mi existencia en este mundo... sería una estaca de madera inservible, cubierta de nieve ... clavada flojamente en un terreno inclinado de un sitio recién arado, a la orilla de un campo abierto y en una oscura noche de invierno.” La ironía es que desde hace muchos años su obra se reconoce como un hito de la literatura universal. Por eso, lo que dijo de sí mismo para la posteridad, sólo cabe calificarlo de kafkiano.

Carmen Malarée
Octubre 2006

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ORWELL Y ASTURIAS: SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS QUE DEFINEN LA CREACION LITERARIA

Carmen Malarée, Marzo del año 2006.

Cuando hablamos de una obra literaria, implícitamente estamos atribuyendo en ella características que la definen como tal y que de una cierta manera la distinguen de lo que llamamos ‘bestsellers’ o ‘éxitos de librería’. Hay creaciones literarias que se han convertido en ‘bestsellers’, pero no todos los ‘best-sellers’ pertenecen al mundo de la literatura. Es más, hay quienes dicen que un libro tiene que ser sometido al implacable paso del tiempo antes de que se pueda calificar de obra literaria. Lo que define un ‘bestseller’ es por sobre todo el mercado y la cantidad de libros que se venden. Que la coyuntura y las circunstancias permitan una venta alta es una cosa, pero que perviva a través de los años despertando el interés de los lectores por su contenido y su estilo es lo que pone a prueba un libro como obra literaria. Así por ejemplo, la obra de David H Lawrence, ‘El amante de Lady Chatterley’, tuvo un tremendo éxito de librería una vez que se le levantó la censura, pero ha mantenido su lugar en los anales de la literatura por la calidad de su estilo y la presentación de una temática complicada en una forma que escapa a la vulgaridad.

En los escritos de Shakespeare, de Cervantes, de Flaubert, de Proust, de Neruda, de Tagore, de Octavio Paz, por mencionar sólo algunos grandes de la literatura, está presente esa característica de perpetuidad. Hablamos también de la universalidad de una obra literaria, porque, aparte del tiempo, hay en ella un contenido que sobrepasa la cultura particular que representa, entregando un componente humano que toca la fibra de los individuos que va más allá de la geografía en la cual la trama se desenvuelve. En este sentido no importa en qué idioma una obra esté escrita. Lo que importa es que cumpla con la característica de saltar las barreras culturales específicas a cada nación para desvelar en su contenido este elemento universal que nos conecta a todos en nuestra condición humana. Hay quien dijo que la literatura es repetir en forma interminable las mismas temáticas con distintas palabras, con estructuras diferentes, en diversos ambientes y con cronologías propias.

A modo de ejemplo para resaltar estos dos elementos - perpetuidad y universalidad - implícitos en una obra literaria cabe mencionar dos novelas cuyos autores pertenecen a dos culturas bastante diferentes, escritas en dos idiomas distintos, pero que comparten una temática común: la ideología política llevada a los extremos de la tiranía. Subyacente en ellas hay una historia romántica, de un amor que crece sobrellevando penurias y peripecias para acabar en traición. Se trata por un lado de ‘Mil novecientos ochenta y cuatro’, de George Orwell (1903-1950 ), británico; y de ‘El Señor Presidente’, de Miguel Ángel Asturias (1899-1974), güatemalteco galardonado en 1967 con el Premio Nóbel de Literatura.

La trama de ‘El Señor Presidente’ se desenvuelve en Guatemala en un gobierno forjado en el ejercicio ilícito del poder, plagado de prácticas brutales como la tortura, el amedrantamiento por medio del terror infundido en los ciudadanos y la delación que premia al que la ejercita otorgándole beneficios individuales. Orwell, a quien debemos el término ‘totalitarismo’, plantea una realidad política similar en ‘Mil novecientos ochenta y cuatro’: bajo un régimen de completo dominio del individuo, condicionado a pensar y a actuar como un ente sin raciocinio ni voluntad propia, los personajes forman parte de un engranaje que funciona en torno a ‘Big Brother’, autoridad suprema e incuestionable que tiene carácter omnipotente, velando sobre cada individuo para que éstos realicen el cumplimiento del deber ciudadano dictado para su beneficio propio, que es perpetuarse en el poder.

La similitud de estas dos novelas no está sólo en el aspecto político-social que ambas encaran sino que corre por cada una de ellas una historia romántica que sirve de columna vertebral al desarrollo de la trama. En ‘El Señor Presidente’, el protagonista principal, Cara de Ángel, esbirro del tirano, cae en las redes amorosas de Camila, hija del general Eusebio Canales al que se acusa de traidor al régimen. El amor transforma a Cara de Angel hasta el punto que reniega de lo que había sido antes de conocer a Camila. Viven felices por un corto tiempo pero pesa sobre ellos la amenaza de la venganza por parte del Señor Presidente quien se siente traicionado por Cara de Ángel. Esta se materializa enviando a Cara de Ángel a un calabozo subterráneo donde lo mantienen incomunicado, maltratado física y emocionalmente e inmerso en el hedor de sus propios excrementos. La versión oficial es que ha salido del país – a Washington - en una misión diplomática especial en la que restaurará la confianza del Señor Presidente ante las autoridades estadounidenses la cual sus enemigos han tratado de menoscabar. En ‘Mil novecientos ochenta y cuatro’, el principal protagonista, Winston Smith, rompe el orden establecido por Big Brother al cuestionar la verdad establecida por el régimen. Su primer acto de rebeldía es grabar con su escritura en el papel la reacción del público ante la pantalla durante los Dos Minutos de Odio, propaganda vertida a diario contra el enemigo del régimen que se encuentra en el exilio. Winston se condena también al establecer una relación amorosa con Julia, la chica que comparte con él la visión crítica de la sociedad en que viven. Bajo ‘Big Brother’ está prohibido el pensar libremente, fuera del esquema de idea y valores impuesto por el sistema. Pero Julia argumenta que eso no lo pueden lograr y Winston asiente diciendo: ‘No, eso es verdad. No pueden meterse dentro de la mente de uno. Y si uno puede sentir que guarda lo que es humano en uno, aún cuando con eso no se pueda cambiar nada, uno les ha vencido’. Tanto en ‘El Señor Presidente’, como en ‘Mil novecientos ochenta y cuatro’ hay una inclinación a la preservación espiritual de la especie. Para Camila y Cara de Ángel, está en el sometimiento al régimen con el propósito de conservar la relación de plena realización humana entre ellos en una situación político social en la que nadie se fia de nadie. Así, cuando Cara de Ángel se enfrenta al Señor Presidente debe seguir la farsa del halago a éste para salvar su pellejo, pero él mismo se rechaza. Asturias lo describe así: ‘se tuvo asco. Seguía siendo el perro educado, intelectual, contento de su ración de mugre, del instinto que le conservaba la vida’. A Winston y Julia se les abre un nuevo horizonte cuando se dan cuenta que comparten su aversión a lo establecido por ‘Big Brother’ y que pueden confiar en la lealtad mutua. Al igual que Camila y Cara de Ángel deben simular su aceptación al orden establecido. En ambas novelas el ambiente de constante espionaje de los individuos por sus congéneres da tensión a la trama: en el contexto latinoamericano éste se efectúa con lápiz y papel, en cambio en la novela de Orwell se da con un alto grado de sofisticación tecnológica. Es esta realidad compartida en ambas obras lo que abre la brecha al escritor para realzar el contenido humano en las dos historias amorosas. Asimismo, cuando se traiciona la lealtad en la relación de la pareja, se quiebra el embrujo del amor. En la novela de Asturias, a Cara de Ángel se le hace creer que su mujer – despechada porque piensa que él la abandonó - le ha traicionado pasando a ser la amante favorita del Señor Presidente. Es entonces que a él se le mata la esperanza - la tabla de salvación que le había sustentado su espíritu - y muere una muerte degradante. En Orwell, Julia, bajo tortura revela que lo único que quebrantará el espíritu de Winston es someterle al contacto con las ratas, y así sucede. Romper el lazo de amor que los une basado en la lealtad mutua termina toda posibilidad de unión entre ellos, por eso cuando Winston y Julia se reintegran al régimen, ya ‘curados’ de toda rebeldía, saben que la relación entre ellos no podrá nunca reanudarse. Las autoridades también lo saben, por eso mismo les dejan ‘libres’.

El régimen de dictadura en la novela de Miguel Ángel Asturias, tiene su asidero en la realidad. La trama está inspirada en los tiempos del gobierno de Estrada Cabrera y representa las tiranías de las dictaduras latinoamericanas. En la novela de Orwell, en cambio, el autor proyecta hacia el futuro una sociedad hipotética y en base a la imaginación y la ficción nos entrega una perspectiva de la vida en un Estado totalitario. No se trata aquí de encontrar más o menos mérito en uno u otro poder creativo: la inspiración que arranca de condiciones concretas no es menos creativa que la realidad literaria que se forma a partir de la ficción. En la novela, el escritor crea su propio mundo, lo manipula, lo acomoda para atraer la atención del lector a los propósitos que se ha trazado. En este proceso creativo el escritor desarrolla el arte de trascender su mensaje más allá del marco cronológico de su obra traspasando también la cultura en la que ésta se circunscribe.

Tanto en la novela de Orwell como en la de Asturias el propósito es denunciar la opresión, la tiranía, el totalitarismo ideológico y por diferentes métodos ambos lo logran. Lo maravilloso de una obra literaria es que no importa dónde, cómo ni cuándo haya sido escrita, si se muestra en ella que los seres humanos se desenvuelven con valores comunes y que persiguen los mismos sueños e ideales.

Por Carmen Malaree.

Cuando el Premio Nobel de Literatura para el año 2005 se anunció, el escritor laureado advirtió al mundo que su discurso de aceptación tendría un contenido político. Aún más, fue preciso en cuanto al tema que abordaría: los Estados Unidos y su supremacía política y militar sobre el planeta. Fiel a esta declaración que hizo al diario británico ‘The Guardian’, el escritor cumplió su promesa. La persona a quien me refiero es Harold Pinter, poeta, escritor, actor y autor dramaturgo británico en cuyas obras teatrales se refleja su filosofía denominada ‘teatro del absurdo’. En dicha filosofía el autor revela las dificultades de comunicación humana a las que la sociedad moderna somete nuestra existencia.

Es este aspecto de la comunicación humana el que Pinter plantea en su discurso de aceptación al Nobel, haciendo la distinción entre lo que él llama la lengua de la literatura y la lengua utilizada en el campo del discurso político. El escritor, dice Pinter, se enfrenta a ‘explorar la verdad a través del arte’ y en el arte, señala, ‘no hay sólo una verdad, hay varias, porque la verdad es inalcanzable’. Por lo tanto, el papel del escritor es ‘la búsqueda constante de la verdad sin que nunca suspenda ni postergue esta tarea. Tiene que enfrentarla en el acto y sin demora’. Según Pinter, en el lenguaje político no se explora esta búsqueda, porque’ a la gran mayoría de los políticos simplemente no les interesa. Lo que les interesa es alcanzar el poder y mantenerlo’. Como escritor, afirma Pinter, él acepta que en la literatura la verdad es esquiva, pero como ciudadano no puede aceptarlo. Como ciudadano ‘debo preguntarme lo que es verdad y lo que es falso’. La literatura y la política se mueven sobre dos planos diferentes. En el plano del lenguaje político el objetivo es lograr que el control político se realice. Para alcanzarlo, señala Pinter, ‘la gente es sometida a la ignorancia y la ignorancia se mantiene con mentiras’. Para ilustrar, un ejemplo: la invasión de Irak ha sido justificada en base a la existencia de armas de destrucción masiva en ese país. Los acontecimientos posteriores a la ocupación han demostrado que esas armas no existían.

En su discurso Pinter menciona algunos países que han sido sometidos a la estrategia utilizada por los Estados Unidos que en inglés se denomina ‘low intensity conflict’ (conflicto bajo en intensidad), es decir, los habitantes de dichos países sujetos al control brutal de las Fuerzas Armadas al interior de ellos. Una vez que el régimen se ha instalado en la estructura de poder, dice Pinter, los Estados Unidos declaran que la democracia ha predominado en el país. La lista de tales países es larga, apunta el escritor: ‘Los Estados Unidos apoyó y en muchos casos gestó los regímenes militares y las dictaduras de derecha en el mundo en el período que siguió a la Segunda Guerra Mundial. Me refiero a Indonesia, Grecia, Uruguay, Brazil, Paraguay, Haiti, Turquía, Filipinas, Guatemala, El Salvador, y por supuesto, Chile’. Miles de muertes se han perpetrado en nombre de la libertad y de la democracia que los Estados Unidos, con su política exterior se enorgullece de establecer en dichos Estados-Nación. Según Pinter, llevan a cabo esta misión de una manera muy hábil: por medio de la manipulación de los políticos al interior de estos países, utilizando al mismo tiempo la mascarada de la bondad universal. Al respecto, dice así: ‘Les digo que sin duda alguna, los Estados Unidos han puesto en escena el espectáculo más grande del mundo para lograr su objectivo: es un espectáculo brutal, indiferente, despreciable y también muy hábil’.

Si los Estados Unidos se sirvió de la mantención del conflicto bajo en intensidad en los años de la Guerra Fría, cuando se levantaban como los protectores de la democracia y del mundo libre en oposición al enclave comunista, hoy en día esta estrategia ha sido abandonada y reemplazada por otra. Para imponer su hegemonía político-militar, los Estados Unidos ya no están sujetos al cuestionamiento de nadie. Al respecto cobra especial relevancia la siguiente frase del Presidente Bush después del atentado terrorista que trajo consigo el derrumbe de las Torres Gemelas en la ciudad de Nueva York: ‘O están con nosotros o contra nosotros’. Respaldados por la amenaza terrorista justifican sus acciones, ignorando las resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas, tratan de chantajear subrepticiamente a las naciones pequeñas del Consejo de Seguridad de dicha institución para obtener el voto de éstas e invadir Irak, y se declaran los dirigentes del mundo libre. Para Pinter, la invasión de Irak ha sido ‘un acto descarado de terrorismo de Estado, que demuestra el desprecio más absoluto por los principios establecidos en la ley internacional’. Las bases logísticas de las que dispone este nuevo imperio le permite implantar su política internacional en forma implacable. Señala Pinter que actualmente los Estados Unidos disponen de 702 instalaciones militares en 132 países. Poseen 8,000 cabezas nucleares, de las cuales 2,000 están listas para ser disparadas en 15 minutos. Esta supremacía militar en el mundo les permite reemplazar totalmente su estrategia de conflicto bajo en intensidad por lo que ellos llaman ‘full-spectrum dominance’, o sea ‘dominación total’, lo que significa control de tierra, aire y espacio sobre los países ocupados.

El día que Mister Bush declaró el fin de la guerra en Irak con la frase ‘Misión cumplida’ impresa en un gran estandarte atravezando de babor a estribor, uno de los buques de guerra estadounidenses, 100,00 iraquíes habían perecido víctimas de los bombardeos y eso antes de que comenzara la resistencia a la ocupación. Pinter no duda en apuntar a los culpables: Mister Bush y Mister Blair. No sólo Irak sufre las consecuencias de una guerra injusta, sino que este ‘acto de bandidos’ también trae consigo la pérdida y la mutilación de soldados estaunidenses que inquieta a la opinión pública en los Estados Unidos. Pinter apunta su dedo acusador al Primer Ministro Británico, a quien le corresponde un alto grado de responsabilidad en esta aventura: invadieron un país pensando que la población les recibiría con los brazos abiertos y proyectaban en la gente un paralelo con las imágenes de la Europa liberada por la ayuda de las fuerzas militares estadounidenses al fin de la Segunda Guerra Mundial. Inmediatamente después de la invasión, nos recuerda Pinter, Mister Blair aparecía en una foto en los diarios británicos besando las mejillas de un niño irakí bajo el título ‘Un niño agradecido’. Pocos días después, otro niño irakí, de cuatro años y con ambos brazos amputados, hacía noticia en Gran Bretaña. Su familia completa, muerta por una bomba lanzada por los aviones invasores. ‘¿Cuándo me darán de vuelta mis brazos?’ pregunta el niño. Pinter dice ‘Bueno, Mister Blair no tenía a este niño en sus brazos, ni tampoco tenía a ningún otro niño mutilado ni tampoco los cadáveres ni los cuerpos inertes de muchos otros.’ Las acciones de Mister Bush y Mister Blair, afirma Pinter, reúnen las condiciones para que sean procesados en la Corte de Justicia Internacional, pero la astucia de Mister Bush le ha llevado a la decisión de no ratificar este acuerdo de las naciones civilizadas. Es más, Mister Bush ha amenazado que si se pone a uno de los soldados o políticos de su país en el banco de los acusados su país enviará a sus marinos para liberarlos. ¿Acaso no es ésta la política del cowboy de la pantalla aplicada a la realidad del mundo hoy?

Pinter cita los siguientes versos del poema de Neruda, titulado ‘Explico algunas cosas’, en el que el poeta chileno revela el horror de la guerra civil española:

Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.
Bandidos con aviones y con moros,
bandidos con sortijas y duquesas,
bandidos con frailes negros bendiciendo
venían por el cielo a matar niños,
y por las calles la sangre de los niños,
corría simplemente, como sangre de niños.
Chacales que el chacal rechazaría,
piedras que el cardo seco mordería escupiendo,
víboras que las víboras odiarían!
Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!
Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale una fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.
Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?
Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!

Pinter señala que el poema de Neruda logra proyectar un mensaje literario y humano: ‘de ningún otro poeta de la poesía contemporánea he leído una descripción tan fuerte y visceral acerca del bombardeo a los civiles.’ Al igual que en las imágenes visuales impregnadas en la tela por Picasso en su ‘Guernica’, Neruda nos entrega con palabras, la bestialidad y el horror de la guerra, por sobre todo, de la guerra moderna que no tiene ninguna consideración por la población civil. Sólo aquí, en la lengua literaria, encontramos la cruenta verdad que la lengua del discurso político oculta. Es la verdad de la que hace hincapié al comienzo de su discurso y que como ciudadanos tenemos el deber de descubrir.

He abordado aquí los aspectos a los que Pinter alerta a los escritores en su búsqueda por la verdad. Es inquietante la claridad con la que nos muestra la dicotomía discursiva para expresar una sola realidad. Hago la salvedad de algunas excepciones notables en el discurso político, como Nelson Mandela, y no cabe duda que hay muchos otros. A nivel mundial hay desilusión en la ciudadanía por la forma en que se implementa la política, la necesidad de ocultar y justificar errores requiere la lengua del engaño, de los eufemismos que aunque paradojales en su lógica los aceptamos como parte del lenguaje diario. ¿Cómo podemos encontrar una justificación lógica en términos como’collateral damage’ (daño colateral) o ‘friendly fire’ (disparos entre amigos)? Daño colateral, es simple y llanamente muerte de civiles por bombardeos indiscriminados o que se ven fortuitamente involucrados en el combate entre las fuerzas de ocupación y las de la resistencia en Irak.

Para terminar, una cita del escritor que resume ingeniosamente el enfoque de su discurso: por la tarea que conlleva, dice Pinter, ‘la vida del escritor es altamente vulnerable, está casi indefenso. Es verdad que está aislado y no encuentra cobijo alguno a menos que mienta, en cuyo caso podríamos decir, que se ha transformado en un hombre político’.

Carmen Malarée, febrero 2005
Nota: El diario británico de circulación nacional ‘The Guardian’, publicó el discurso de Harold Pinter el dia 8 de diciembre del 2006. Las referencias y citas textuales entregadas aquí se basan en dicha transcripción. Las frases y opiniones que no están entre comillas son de la autora, así como también la traducción del inglés al español.





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